En el año 1910 se suicida un empleado del cementerio encargado de las guardias nocturnas. Se trata de David Alleno, inmigrante italiano cuidador de las tumbas durante 29 años. Este hombre aparentemente deseaba ser enterrado allí desde que comenzó a trabajar, y trazó un plan que es el siguiente: ahorró dinero para comprarse una párcela dentro del cementerio, construyó su propia tumba, y hasta pagó a un escultor de su Génova natal para que esculpiese su figura (viajando a Italia para tal fin). Cuando todos los detalles estuvieron listos, Don David se quitó la vida.
Los serenos que trabajaron durante estos años en el cementerio cuentan de la existencia de su fantasma, nunca visto y sin embargo oído, delatado por el tintineo metálico del manojo de llaves al revisar el fantasma las bóvedas, noche tras noche.
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